En momentos en que prácticamente el mundo entero giraba al compás del discurso económico y político del Consenso de Washington, Sintradian dispuso sus esfuerzos en aquellos factores que pudieran contener sus ímpetus, y los cristalizó en la unidad de los trabajadores en torno a la defensa de lo público.
Una lucha de dos décadas que hoy en día puede ser demostrada, por una parte en el hecho real y tangible de una entidad avocada al crecimiento mientras la gran mayoría de instituciones públicas se han visto reducidas a dimensiones sorprendentes o a su efectiva liquidación; y de otra, en el permanente y público enfrentamiento con las distintas direcciones de la entidad que, a su particular acomodo, han señalado a los funcionarios de la Dian, muchas veces conjuntamente con los contribuyentes y usuarios aduaneros, como partícipes de la ineficiencia que atenta contra las finanzas del Estado, acusándonos de los desequilibrios del recaudo cuando no del monopolio de la corrupción, azote que el país identifica y sitúa en las más elevadas dignidades de la burocracia política y de los grandes grupos de interés económico.